Los jihadistas desplegaron un vasto y variado arsenal en su nueva guerra con Israel, con armas que entraron de contrabando o fabricaron ellos mismos sobre diseños aliados
No todo tiempo pasado fue mejor, como lo demuestra el movimiento Hamas en su lucha contra Israel, con armas que superan con creces las que usó en sus otras guerras. Cuenta con un arsenal más moderno y más diverso, que al unirse al odio incendiario hacia su eterno enemigo convierte a los jihadistas de la Franja de Gaza en rivales mucho más difíciles de derrotar.
En las anteriores guerras entre estos dos adversarios, cuyo intermitente enfrentamiento desde 2008 retomó, a su manera, el de Israel y sus vecinos árabes desde la fundación del Estado, Hamas tiraba la primera piedra del otro lado (cohetes rudimentarios) y los israelíes reaccionaban de manera expeditiva sentenciando rápidamente el pleito con superioridad aplastante.
Tras los cohetes de Hamas sobrevenían los bombardeos israelíes, los edificios reducidos a escombros, los llamados mundiales a la tregua y la derrota jihadista. Poco después, tras unos años de calma para rearmarse y reconstruir los edificios, se reanudaba otro ciclo de guerra, con la vuelta a empezar de cohetes de Hamas, represalia israelí, escombros, lamentos y demás. Era un perpetuo día de la marmota con resultados demoledores. Y si bien en las guerras suelen perder todos, Hamas lo hacía sin atenuantes.
Aunque se supone que a la corta o a la larga Israel se impondrá una vez más, no se puede prever exactamente cuándo. Y sobre todo a qué costo de sus propias filas. Porque, entre otras cosas, a Hamas se lo ve más resiliente y efectivo. Ya causó mucho más daño a los israelíes que en sus querellas anteriores, comenzando con la inédita ofensiva del 7 de octubre, cuando sus milicianos cruzaron con sigilo una frontera que se presumía erróneamente invulnerable y armaron un desparramo criminal.
Este envalentonado Hamas tiene misiles de largo alcance que convierte a los anteriores en armas elementales. Sigue teniendo de esos, de los cohetes básicos que hacen sonar las alarmas en el sur y le dan tiempo a los civiles a buscar refugio, como jugando a la escondida. Pero llama la atención una nueva camada de misiles que extendieron su recorrido y son cada vez potentes y precisos, capaces de alcanzar poblaciones del norte que estaban libres de riesgo del diluvio de fuego jihadista.
La inteligencia israelí estimó en 2021 que Hamas y la Jihad Islámica, otro grupo militante, tenían entre ambos unos 30.000 misiles. Y ahora más variados. Pero hay mucho más en el arsenal islamista: fusiles de asalto, ametralladoras pesadas, cohetes antitanques y antiaéreos, drones aéreos que sueltan bombas, drones submarinos lanzados como torpedos. También usan parapentes, que en Medio Oriente dejaron su función de instrumento deportivo y pasaron a ser, en manos de Hamas, otro instrumento de guerra.
Contrabando
Contrabandeadas por tierra de Egipto o por mar desde Libia, cuando no construidas con sus propias manos en talleres subterráneos, las múltiples armas de Hamas constituyen un poderoso arsenal al servicio de una milicia que tendría de treinta a cuarenta mil efectivos, encima determinados por la guerra santa.
Mucho del armamento que surge de las filas milicianas se remonta a países de alguna manera enfrentados o distanciados de Occidente, y obviamente de Israel: Irán, Rusia, Corea del Norte y Siria. Por ser de contrabando, vienen de manera indirecta, camufladas, a veces por partes: modelos para armar.
PRIMERA INFO
“Hay tres fuentes fundamentales de armas de Hamas. Por un lado, el armamento iraní. Lo ha reconocido el propio Hamas. La conducción ha reconocido que su armamento es de fabricación iraní, probablemente el que es más de punta, es decir el que tiene mayor alcance, mayor desarrollo”, dijo a LA NACION el analista internacional Said Chaya, director del Núcleo de Estudios de Medio Oriente de la Universidad Austral.
“Rusia en un momento fue mencionado como otro proveedor, y fundamentalmente hay una reconversión, por así decirlo, casera, de armamento soviético”, agregó.

Milicianos de Hamas junto a cohetes Qassam 4
Son muchos los que coinciden con Chaya en señalar a Irán como el hermano mayor de Hamas en materia de armamento. O como el padre de la criatura, por usar otra metáfora de familia. Así lo ve también Benoit Faucon, corresponsal en Medio Oriente del The Wall Street Journal: “En el corazón de la habilidad de Hamas de responder a la ofensiva israelí está la relación de larga data con Irán, que ha seguido respaldando a los militantes palestinos con dinero y conocimientos técnicos”.
Misiles y drones
Más allá de sus proveedores, la alacena militar de Hamas está bien provista. Su arsenal tiene cohetes de corto alcance, de diez kilómetros, suficiente para saltar la medianera que lo separa de su vecino e inquietar a las ciudades del sur. También los tiene de medio alcance, basados en diseños iraníes y rusos. Y luego están los que pueden alcanzar las principales ciudades, Tel Aviv y Jerusalén, como el M-75 de tecnología iraní.
Otra herramienta eficaz surgida en estos últimos años han sido los drones, de los que Irán es un importante proveedor internacional. Como dijo en una entrevista John Spencer, presidente de los Estudios de Guerra Urbana del Instituto de Guerra Moderna de West Point: “Los drones son la única cosa que me sorprendió. Es normal pensar que los tienen, pero tener ese nivel de coordinación y sofisticación del ataque (…) eso para mí apunta fuertemente a un Estado que hace de sponsor a los militantes de Hamas”.
A los milicianos se los vio blandiendo misiles iraníes Fajr-3, Fajr-5 y M302 sirios, que son cohetes de lanzamiento múltiple de alcance medio, y dieron buenos resultados las armas portátiles antitanques como el Bulsae-2, un misil guiado norcoreano. Tienen además sistemas portátiles antiaéreos como el Igla ruso, el QW chino, su copia iraní Misagh-1 y el HT-16PGJ norcoreano.
Una presentación del Ejército israelí de armas levantadas tras la incursión jihadista del 7 de octubreARIS MESSINIS – AFP
Por abajo del agua, Hamas difundió un video promoviendo su “torpedo guiado” Al-Asef, producido en sus talleres clandestinos y según su propia descripción utilizado contra múltiples objetivos israelíes. Israel está al tanto de la posible utilización de drones submarinos jihadistas al menos desde 2016, cuando un ingeniero espacial que trabajaba en un proyecto para Hamas fue asesinado en Túnez. En esa operación comando en el extranjero algunos entrevieron, sin forzar demasiado la imaginación, la mano del Mossad.
En cuanto a las armas livianas, los combatientes que entraron a sangre y fuego a los kibutz israelíes del sur del país estaban provistos con los fusiles insurgentes por excelencia, los AK-47 y sus versiones modernizadas, de origen ruso y luego reproducidas en media docena de países.
Armeros
Los jihadistas tienen sus propios méritos como armeros. Demostraron ser, sino ingenieros de vanguardia como sus padrinos iraníes, al menos tipos ingeniosos que se dan maña a la hora de pertrecharse para la guerra. Como dijo Said Chaya, reciclan por ejemplo viejas armas soviéticas, y saben armar bombas con rezagos de bombas israelíes sin detonar. Nada se desperdicia en un contexto de estrechez.
SEGUNDA INFO
“Hamas fabrica ahora gran parte de sus propias armas, amplía su investigación, desarrolla drones y vehículos submarinos no tripulados, participa en la guerra cibernética y está a punto de pasar de los cohetes no guiados a los drones y misiles de precisión guiados por GPS”, advirtió en un informe de 2021 el Jerusalem Center for Public Affairs.
Los voceros de Hamas se jactan de su industria armamentista, aunque les dan crédito a los fabricantes originales. Como queriendo respetar, de alguna manera, los derechos de autor. “Tenemos fábricas locales para todo, para cohetes con alcances de 250 km, 160 km, 80 km y 10 km. Tenemos fábricas de morteros y sus proyectiles. Tenemos fábricas de Kalashnikovs y sus balas. Estamos fabricando las balas con permiso de los rusos”, dijo en una entrevista Ali Baraka, jefe de Relaciones Exteriores de Hamas.
Nada de esto se compara con el arsenal de Israel. El Instituto Internacional de Investigación para la Paz de Estocolmo estima que Israel gastó 23.000 millones de dólares en defensa en 2022. Pero Israel juega de visitante. Y ahí entra a tallar otro aliado de Hamas: los túneles que recorren el enclave bajo tierra. Como por arte de magia, los jihadistas ahora están y luego no están, surgen de la nada, abren fuego y se desvanecen en la bruma, sin noticias de dónde fueron y mucho menos de cómo matarlos.
Como existe un remedio para cada enfermedad, los israelíes tienen “expertos en túneles”, que buscan contrarrestar la laberíntica estrategia de estos jihadistas subterráneos. Por el momento, los milicianos se manejan a su aire en ese asfixiante entramado de pasadizos… Y armados hasta los dientes como nunca lo estuvieron, gracias a sus poderosos sponsors, su creciente tecnología y su belicosa motivación.
Fuente LN