«¡Esto es probablemente lo más triste y lo más divertido al mismo tiempo que ha sucedido en mi carrera!».
Stefanos Tsitsipas es una de las joyas de la nueva generación del tenis. Diestro y con revés de una mano, el griego es el número 6 del mundo y dueño de cinco títulos en la ATP. Sin embargo, su temprana eliminación en el US Open y un nuevo episodio que tuvo como protagonista a su padre lo puso otra vez en la escena con una imagen desabrida.
Este viernes, la familia Tsitsipas tuvo una noche movida en el estadio Louis Amstrong. Con el encuentro set iguales y 1-1 en el tercer parcial, un gran saque de Borna Coric llevó al croata a ponerse 40-15. Tras eso, pareció llegar una corrección desde la tribuna de Apostolos Tsitsipas, el padre y entrenador del jugador de 22 años. La respuesta no se hizo esperar: «¡You don’t know! (¡No sabés nada!)», le gritó.
La desazón de los Tsitsipas fue grande en el penúltimo Grand Slam de la temporada. El griego, uno de los candidatos al título, dejó pasar una oportunidad enorme de sumarse a los octavos de final. Coric, número 32 de la ATP, superó a su rival por 6-7(2), 6-4, 4-6, 7-5 y 7-6(4) en cuatro horas y 36 minutos de juego.
Tsitsipas, que buscaba su primer título de Grand Slam a los 22 años, llegó a tener una ventaja de dos sets a uno y ventaja de 5-1 en el cuarto parcial pero desperdició seis pelotas de partido y se le esfumó la victoria de entre los dedos.
Nacido en Vouliagmeni, al sur de Atenas, donde Apostolos Tsitsipas y su esposa, la rusa Salnikova tenían un centro de entrenamiento, Stefanos vivió una experiencia muy desagradable de chico: estuvo cerca de ahogarse. El hecho ocurrió mientras actuaba en un Future en Heraklion, en la isla de Creta. ¿Quién lo salvó? Su papá.
Durante un día libre, Stefanos, su padre y unos amigos se fueron a las playas de la ciudad. «Nunca nos dimos cuenta de que el mar estaba difícil. Nos metimos en el agua con unos amigos y la corriente nos fue llevando. Empecé a tragar agua. Me estaba ahogando. Fue la única vez en mi vida que sentí que me moría, una sensación horrible de que todo se terminaba ahí. Pero mi papá, que nos miraba desde la orilla, se metió, nadó hasta nosotros y me tiró con fuerza hasta una roca. Recién ahí pude volver a respirar con normalidad y después, lentamente, volvimos a la costa. Una experiencia muy fea que nunca olvidé. Pensé que todo se acababa, que me moría», recordó, en la web de la ATP.